Un perro andaluz. "La confluencia de dos sueños"

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La apreciación:
Un señor afila una navaja y observa la luna llena. El señor corta el ojo de una joven mientras una nube pasa delante de la luna.

Ocho años después, un ciclista se accidenta en la calle. La misma joven lo socorre y lo besa. En una habitación, el ciclista acosa a la joven pero un incidente callejero los distrae. Un personaje andrógeno juega con una mano cortada y es atropellado. Dos curas (uno de ellos es Dalí) aparecen atados a un piano sobre el que descansan dos burros putrefactos. El ciclista continua acosando a la joven. Aparece un "doble" y castiga al ciclista hasta que éste le dispara. Finalmente, la joven sale al mar y se encuentra con otro hombre. En la primavera, los torsos de la joven y de su nuevo acompañante aparecen enterrados en la arena, devorados por los insectos.

El comentario:

Todas las escenas hacen que esta película se vea entre el asombro y la carcajada, teniendo siempre en mente una pregunta: "pero... ¿qué estoy viendo?". Es que no hace falta dotar de racionalismo a las imágenes, tan sólo hay que dejarse llevar, esperar que afloren los sentimientos y, una vez visionada la película, olvidarla, si es que uno puede.

Radicado en París, Luis Buñuel se había acercado al cine como consecuencia de su admiración por las obras de Eisenstein, Lang y Murnau. Con escasa experiencia técnica y con un presupuesto muy limitado, Buñuel acometió la empresa de realizar la cinta que se convertiría en el manifiesto fílmico del Surrealismo. La película tuvo uno de los procesos de producción más originales e irrepetibles de la historia. En palabras del propio Buñuel, "Un perro andaluz nació como la confluencia de dos sueños". Salvador Dalí lo invitó a pasar unos días en su casa y al llegar, Buñuel le platicó un sueño en donde una nube cortaba la luna, mientras un cuchillo cercenaba un ojo. Entusiasmado, Dalí le dijo que él había visto en sueños una mano llena de hormigas.

La idea de hacer una película a partir de esas imágenes les pareció fascinante y en seís días tenían escrito el guión. La identificación entre ambos era tal que no había discusión. Trabajaron acogiendo las primeras imágenes que les venían a la mente, sin detenerse a evaluarlas. Según lo observado la única regla que se impusieron era rechazar toda idea o imagen que pudiera dar lugar a una explicación racional, psicológica o cultural. Es de común conocimiento que Buñuel contaba con 12,500 pesetas que le había proporcionado su madre, por lo que decidió producirse a sí mismo su debut como cineasta. A su regreso a París, contactó a los actores, al fotógrafo Duverger y a los estudios de Billancourt, donde se rodó la película en quince días.


De interés:


Según Buñuel: "los intérpretes no sabían nada de lo que estaban haciendo [...] Yo le decía a Batcheff: mira por la ventana como si estuvieras escuchando a Wagner. Pero él no sabía qué estaba mirando." Aunque simpatizaba con las extravagancias de los surrealistas, Buñuel no se había integrado aún al grupo cuando filmó "Un perro andaluz". Una vez terminada la película, un amigo común lo presentó con el fotógrafo Man Ray, quien sí pertenecía al movimiento. Ray acababa de filmar un documental sobre la mansión de los vizcondes de Noailles y andaba buscando un complemento para el programa de exhibición. Al ver la cinta, Ray le recomendó a Buñuel que la exhibiera cuanto antes y lo presentó formalmente ante el grupo. Aceptado por los surrealistas como uno de los suyos, Buñuel estrenó "Un perro andaluz" en 1928, ante un público que se deshacía en aplausos. De esta manera iniciaba la larga carrera del genial director aragonés. Su siguiente película, "La edad de oro", suscitaría un escándalo que aún se recuerda en las calles de París.


¿Qué hay de surrealismo en las imágenes?




En primer lugar se observa la constante metamorfosis de los objetos, un cambio de estado, lugar y forma (recuérdense los famosos blandos relojes de la obra de Dalí "La persistencia de la memoria"). En la película: un hombre encuentra el vello de una axila suya en lugar de su boca.




¿Qué más?

Las relaciones, las simbiosis, las continuas catarsis: así, la luna se convierte en ojo y una nube en navaja que corta la luna.
En conclusión es innegable aceptar a esta como la primera película SURREALISTA.

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