Se sonroja el cielo. No. Se empurmura.

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Como acostumbra la tarde sentir la indiferencia de unos cuantos milloncitos de hormiguitas revueltas en sus sinsabores y conflictos económico-sociales-mentales, torna su telón gigante de sanos colores, su incandescencia que hace contrastar perfiles, modificando como por 12 o 15 minutos al mundo en una proyección enorme, una dimensión eterna: esa que el dicen la de Platón.

Y supuesto está que ya harta la tarde del poco sentido de la humanidad, decidió llamar la atención de unos pocos *alados (gracias por tus comentarios Salitome.. ). Ahí es donde entra la cámara.

Alguna ves leí en una página, algo del mundo al revés. Alicia en el país de las maravillas no necesitaría de un espejo para mirar el mundo de cabeza, en el siglo XXI.


*alados: Dícese de la y/o las personas que en sus mentes tienen alas.