¿Quien es la Rosita?

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De entre los tantos personajes pintorescos y contemporáneos que Quito posee, la señora Rosita se lleva el galardón a la más imaginativa, inexpugnable y por supuesto suspicaz teatrera ambulante.

Un día no diferente al de hoy, pero similar al de mañana, dos jóvenes enterrados en los diez y ocho años, se dispusieron a sacar la tan famosa cedula de ciudadanía ecuatoriana, sin embargo, como nuestro país siempre ha reflejado en su sistema publico las barbaries que comete, los malos presagios se hicieron presentes. Las huellas digitales no concuerdan, fue la frase inmortal la cual nos condeno a la travesía de nuestras vidas.

Como es de común conocimiento Quito es grande tanto en historia como en espacio físico, pero lo que el lado sur envuelve es un misterio para los moradores del norte. Armados de valor, emprendimos la travesía como la llamamos al lado sur, a la matriz del servicio publico que ofrece demora, enojo, confusión y entre otras cosas documentos legales casi tan importantes como el matrimonio.

Esperen al señor Ochoa, nos dijeron. El tiempo transcurrió y al fin después de pasar de ventanilla en ventanilla llegamos al destino casi final, la foto. Y es precisamente aquí cuando la pequeña existencia de la Rosita se no hizo presente. Cándida como una mañana juvenil, adulta como el mismo Ruco Pichincha y autóctona como solo el sur puede ser. Nos dispusimos para la foto. Al instante la Rosita empezó su acto entre melancolía y aullidos de dolor por personas desconocidas para todos pero para ella esenciales en su vida de cristal, nos trasladaron a una violación, a la muerte y hasta el mismo Carchi. A una moneda de cinco centavos se hizo acreedora, a una publicación en nuestro blog se hizo acreedora, al recuerdo de la travesía al lado sur se hizo acreedora. La cedula por fin fue conseguida y el regreso al tan ansiado norte también.
Protagonistas de la historia:

Pablo Ruiz y Julio Sánchez

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